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SAN CARLOS, COJEDES, Venezuela
ABOGADO CON INTERES SOCIAL. ASESORIAS PENALES, CIVILES, MERCANTILES, AGRARIO, ADMINISTRATIVO, LABORAL Y LOPNA

miércoles, 8 de junio de 2011









¿ERES UN BUEN PAPA O ERES UN PAPA BUENO?


No creo que haya cosa más difícil que ser un buen padre. En cambio no es difícil ser un padre bueno. Un corazón blando basta para ser un padre bueno; en cambio la voluntad más fuerte y la cabeza más clara son todavía poco para ser un buen padre, El padre bueno quiere sin pensar, el buen padre piensa para querer. Padres buenos hay muchos, buenos padres hay pocos, El buen padre dice que sí cuando es sí, y no cuando es no; el padre bueno sólo sabe decir que sí. El padre bueno hace del niño un pequeño dios que acaba en un pequeño demonio. El buen padre no hace ídolos; vive la presencia del único Dios. El buen padre echa a volar la fantasía de su hijo dejándole crear un carrito de madera con dos trozos de maderas viejas. El padre bueno amanteca la voluntad de su hijo ahorrándole esfuerzos y responsabilidades. El buen padre templa el carácter del hijo llevándolo por el camino del deber y del trabajo. Y así, el padre bueno llega a la vejez decepcionado y tardíamente arrepentido, mientras el buen padre crece en años respetado, querido, y a la larga, comprendido. Si no te preocupas por dar una buena educación a tu hijo, llena valores y sobre todo de respeto a la dignidad de las personas, sin saberlo podrías estar siendo un papa demasiado permisivo y no un padre con responsabilidad, que pudiera estar dejando expuesto a su hijo a cualquier tipo de maldiciones o plagas de estos siglo, tal como el consumo de drogas que ha venido creciendo de una manera desorbitante en estos últimos tiempos y en este caso, algunos factores que favorecen el fenómeno de la drogadicción pueden ser clasificados del modo siguiente: El ansia del joven de pertenecer a un grupo, de sentirse parte de un círculo social determinado, y las presiones por parte de los "amigos", pueden hacer también que el joven se vea iniciado en el consumo de drogas. El consumo puede ser el requisito para la pertenencia a dicho grupo, y una vez dentro se facilita la adquisición y el consumo de sustancias tóxicas, Un ambiente familiar demasiado permisivo, donde no exista disciplina o control sobre los hijos; o demasiado rígido, donde los hijos se encuentren sometidos a un régimen demasiado autoritario o se encuentren sobreprotegidos, puede también fomentar el consumo de drogas. La desatención de los hijos por parte de los padres, las familias divididas o destruidas, las continuas peleas de los cónyuges frente a los hijos, la falta de comunicación entre hijos y padres, todos éstos son factores que contribuyen a crear un clima de riesgo, donde la droga puede convertirse fácilmente en una válvula de escape. Se ha comprobado que el uso de drogas por parte de los jóvenes es menos frecuente cuando las relaciones familiares son satisfactorias. Asimismo el amplio tráfico y distribución de drogas ilegales hace que sea fácil obtenerlas. Quizás muchos padres estarán furiosos con lo que acabo de decir. Pero Los padres que guían a sus hijos hasta llegar a la edad adulta y que crían un ser humano que puede ser amoroso, que puede hasta algún punto compensar sus déficit por que nadie es perfecto, que puede encontrar su propia dignidad y quizá un modesto tipo de trabajo respetado, esos padres son, en mi opinión, héroes. ¿Qué sabemos? ¿Qué deberíamos saber? ¿Qué podemos esperar? Estas son las preguntas que asedian a quien verdaderamente se comporte como un buen padre, ante las preguntas que pudieren hacerle sus hijos en un momento determinado de la vida de ellos, o ante una actitud, bien sea positivo o negativo, de si mismo. En días pasado escribí en uno de mis artículo, en respuesta a una amiga, madre de familia, algo referente al desenfado de la gran mayoría de la juventud, en cuanto a modas y estilos de vida, que se esta experimentando en estos tiempos. Les decía que se ha descuidado un poco el inculcarles valores a los hijos y que estos valores comienzan por casa y por ende en las escuelas, por que con esto de la globalización y la transculturizacion, los jóvenes han venido adoptando costumbres y modas, que en algunos de los casos se ven bien lejos de el respecto a la moral y buenas costumbre que deben tener todo buen ciudadano que habita en una comunidad, marcada con leyes civiles, que regulan el modo de convivencias, pero también existen normas que dictan la moral de cada comunidad y estas se basan en las costumbres de todos los ciudadanos. Escribí también sobre los valores morales y la ética. Y lo hice de una forma interrogativa. ¿Si se estan perdiendo los valores morales que podemos hacer? Y les decía lo siguiente: Que Sin asumir posturas pesimistas o cínicas, sino prepositivas, es necesario reconocer una realidad, en gran medida, el comportamiento de la sociedad, indica que se están dejando de asumir los valores morales, y en cambio se introyectan otros que podemos llamar antivalores, lo cual mina o denigra las relaciones humanas. Las causas pueden ser diversas y combinadas, como: el egoísmo excesivo, la influencia de algunos medios de información, conflictos familiares, padres irresponsables en la crianza de sus hijos, presiones económicas, pobreza, etc.; y que el proceso de desvalorización siempre ha estado presente en todos los tiempos y civilizaciones; empero no tan acentuadamente como en la contemporaneidad. Aunque todavía existen personas que revelan una gran calidad humana, es decir, que asumen las normas universales de toda sociedad, tales como la responsabilidad, la humildad, la honradez, la solidaridad, el respeto, entre otras; la mayor parte de la población reproduce lo opuesto: la negligencia, el engaño, la agresividad, la envidia, entre otras cosas. Sobran los ejemplos cotidianos que pueden comprobar esta hipótesis.
Proverbios; 24:10 Si fueres flojo en el día de trabajo, Tu fuerza será reducida.





Ojo te interesa…El predicador al que todos le huyen.


Muchos predicadores estan dejando a un lado las ideas antiguas acerca de la caída y ruina moral del hombre. No les dicen. Claramente a las gentes que son pecadores, culpables ante un Dios santo. Hay sin embargo, un predicador de la vieja escuela quien todavía habla sin temor, como antes. No es muy popular, pero predica a todo el mundo. Usa el mismo Lenguaje conocido por todas las regiones. Visita a los pobres como a los ricos. Prédica a los de cualquiera religión interrumpe a los que no tiene religión. Su tema es el mismo y muy elocuente: a menudo mueve sentimientos que ningún otro predicador podría alcanzar, y trae lágrimas a los ojos de los que casi nunca lloran. Se dirige siempre a la conciencia y al corazón. Nadie puede refutar sus argumentos; ni hay corazón que no se conmueva con la fuerza de su predicación. La mayor parte de la gente lo odia, pues tiemblan en su presencia, pero de una manera u otra siempre se hace oír. No es elegante ni cortes. De hecho, a menudo interrumpe los actos públicos, y se entremete en los goces privados de la vida. Llega a la tienda, a la oficina, a la fabrica, aparece entre legisladores, se introduce entre la gente del alta posición, y en reuniones religiosas en tiempos muy inoportunos, se llama “la muerte”.ocupa un lugar en los diarios, las tumba les sirven de pulpito, sus congregaciones van y viene del cementerio; la ausencia repentina del vecino, la separación solemne del ser querido, del amigo fiel, el vació tremendo dejado por la esposa que partió, o el hijo idolatrado que se fue, todo esto han sido sermones elocuentes del viejo predicador. Algún día, muy pronto, tú le servirás de texto y por el círculo desolado de tu familia, predicara otras al lado de tu sepulcro. Dale gracias a Dios que ahora estas en el mundo de los vivientes. Y que todavía no has muerto en tus delitos y pecados. Podrás deshacerte de la Biblia: burlarte de su enseñanza: menospreciar sus avisos; rechazar al Salvador de quien trata, Podrás rehusar de tener contacto con el predicador del evangelio. No estas obligado a ir a ninguna iglesia o misión; podrás hacerte a un lado cuando se predica el evangelio en la calle. Puedes destruir este escrito y cualquier otro que venga a tus manos. Pero, ¿que vas a hacer con este predicador anticuado de que te hablo? ¡Considera tu hombre o mujer, lo que te espera! Tus días pronto pasaran, tus placeres terminaran, después de todo “tienes que morir”, pues "esta establecido morir una vez, y después de esto el juicio" Heb. 9; 27. Detente y considera este asunto. ¿No hay causa para que uno muera? ¿Será mero accidente que una criatura dotada de capacidad y poderes tenga un fin tan definitivo? Solo hay una contestación a esta preguntas: y mientras exista este predicador viejo su mensaje será el mismo escucha! "Así, pues, como por un hombre entro el pecado en el mundo, y por el, el pecado, y así la muerte paso a todos los hombres; por cuanto todos habían pecado" Rom. 5; 12 La caída del hombre no es un mero dogma teológico, sino una realidad innegable evidenciada por la historia del mundo y nuestra propia experiencia. Pecado no es solo una palabra fea en la Biblia o en los labios de un moralista; es un tenebroso poder universal que marchita al mundo con su presencia. Tu, lector, estas implicado en este asunto, haz pecado; sobre ti descansa la sentencia de muerte. Después de tu muerte de nada habrá valido morir en un palacio o en una chocita. Lo que importa para toda la eternidad es el estado espiritual de tu alma delante de Dios cuando mueras. Si mueres en tus pecados, desechando la sangre expiatoria del hijo de Dios tu destino ya esta sellado. Todos los incrédulos "y todos los embusteros tendrán su parte en el estanque, que arde con fuego y azufre, que es la segunda muerte". (Apoc 21; 8) Si mueres con la fe en Cristo Jesús, estarás con El en la gloria. Nunca antes el predicador viejo había hablado tan fuerte y en tono tan solemne como cuando Jesús fue al calvario. La santidad divina no estima el pecado como cosa liviana. La pena completa de la culpa, la paga del pecado en su realidad más obscura y terrible, cayo sobre el Substituto sin pecado. Tomo nuestro lugar en la muerte y en el juicio, para que fuéramos aceptados en gracia delante de Dios.