MUCHAS VECES LO OLVIDAMOS...
Cada vez que tengamos que decir algo a alguna persona, necesitamos crear empatía, es decir, ponernos en el lugar del otro. Así sabremos cómo podría recibir lo que diremos, decir la verdad descarnada no es acto de valentía sino de descontrol, no es un acto de audacia, sino una descortesía, no es una proeza, sino una debilidad. Lastimar es tan fácil que no tiene mérito. ¿Cuántas relaciones han sido dañadas porque alguien dijo una verdad cruda? ¿Cuántos matrimonios se han afectado o roto por falta de delicadeza? ¿Cuántos amigos se han distanciado? ¿Cuántos negocios se han perdido? ¿Cuántos estudiantes han quedado frustrados por la "sinceridad de sus profesores y maestros? Son muchos los casos de personas afectadas psicológicamente por esta costumbre. Una de las herramientas más importantes con que contamos los seres humanos para relacionamos, es la palabra. Su poder e influencia le da trascendencia a lo que decimos y a cómo lo decimos. Algunas personas afirman que son sinceras o francas, y que dicen la verdad en la cara a cualquiera si lo consideran necesario. Sin embargo, valdría la pena! preguntarse cuál es el precio que pagan por esa actitud y si en algún momento se han preguntado sobre lo que siente el otro.
