Datos personales

Mi foto
SAN CARLOS, COJEDES, Venezuela
ABOGADO CON INTERES SOCIAL. ASESORIAS PENALES, CIVILES, MERCANTILES, AGRARIO, ADMINISTRATIVO, LABORAL Y LOPNA

martes, 24 de mayo de 2011



HAY TRES TIPOS DE PERSONAS






Alguien una vez dijo que hay tres tipos de personas: los que no se enteran cuando las cosas pasan, los que ven cómo pasan las cosas y los que hacen que las cosas pasen. No se tú, pero a mi me gustaría estar en el tercer grupo, de los que sueñan pero también actúan. Todo comienzo, por más pequeño que seas es importante: “Todo esfuerzo vale la pena, pero quien habla y no actúa acaba en la pobreza” Proverbios 14:23. ¿Te has fijado cómo sabemos que la falta de perdón nos ata y nos quejamos cuando las cosas no van bien? Sabemos que la prosperidad financiera viene a causa de dar, pero nos aseguramos de que no se nos “pierda” ni una moneda. Sabemos que Dios tiene algo mejor para nosotros, pero preferimos lo que “conocemos” antes que aventurarnos a lo desconocido, porque estamos seguros en nuestro sillón de conformismo con miedo a sentarnos en otra silla que no conocemos. Sabemos que la lectura trae un mar de conocimiento a nuestra vida, es como tener a sabios enfrente nuestro, instruyéndonos, y aún así “no tenemos tiempo para leer”.Sabemos que el sentido de nuestra vida está en Dios, que nos creó con un propósito específico, y aun así pasamos tan poco tiempo con él, y luego nos quejamos: “Esta no es la vida que quiero”.Sabemos que las decisiones de ayer han creado nuestro presente, y las determinaciones de hoy producen nuestro futuro, pero aun así decidimos tan rápido, sin extra búsqueda que confirme nuestra elección…Sabemos tantas cosas, Antonio José, pero ¿ponemos en práctica el conocimiento? …”quien habla y no actúa acaba en la pobreza”. Comienza hoy a hacer algo con lo que sabes. Jesús cuestionó a sus discípulos sobre la razón que provocó la discusión con los escribas, personas que seguramente no podían realizar ningún aporte positivo a la situación que se les había presentado Cuando Jesús intervino en la confusa situación en que se habían metido los discípulos le trajeron al muchacho endemoniado. «Y cuando el espíritu vio a Jesús, al instante sacudió con violencia al muchacho, y éste, cayendo a tierra, se revolcaba echando espumarajos». En seguida Cristo se dirigió hacia el padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él respondió: Desde su niñez. Y muchas veces lo ha echado en el fuego y también en el agua para destruirlo. Pero si tú puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos». Esta es la única situación en la cual Jesús solicitó un historial más detallado de la persona a quien iba a ministrar. Su proceder subraya, otra vez, que no hay un método determinado para estos casos, sino que en cada situación se debe proceder según las indicaciones que el Espíritu da. Es posible, también, que haya sido necesario involucrar al padre en el proceso. Es evidente que la situación había afectado a toda la familia y que era preciso que la sanidad se operara en todo el grupo, pues el hombre no solamente pidió misericordia para el hijo sino para ellos también. Su petición revela que no hay nadie que consiga mantenerse aislado de los problemas de los demás. Aun cuando no participamos directamente en sus vidas, sus crisis afectan a los que establecemos contacto con ellos. Ante la respuesta del padre, Jesús exclamó: «¿Cómo si tú puedes?" Todas las cosas son posibles para el que cree. La frase, que constituye una de las declaraciones más conocidas del Señor, alude a la misma verdad que expone Pablo en la carta a los Filipenses (4.13: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece»). Es decir, no existen obstáculos en la vida de aquellas personas que poseen una convicción inamovible de que están en manos de Dios, cuyo reino soberano se extiende hasta los más recónditos lugares del universo. No es confianza en la posibilidad de que nosotros logremos avances significativos en la vida, sino en Aquel que conocemos que sí puede obrar a nuestro favor. La Palabra está repleta de ejemplos de quienes, frente a situaciones increíblemente adversas, creyeron contra toda esperanza de que Dios pudiera intervenir, y no fueron defraudados. La respuesta de Jesús produjo una reacción inmediata: «al instante el padre del muchacho gritó y dijo: Creo; ayúdame en mi incredulidad». Su respuesta pareciera contener una contradicción, pues pensaríamos que la fe y la incredulidad no pueden convivir en una misma persona. El padre, no obstante, en su confesión reveló uno de los misterios de nuestra condición humana: en nosotros se experimenta un proceso de transformación. Nuestra situación, entonces, siempre refleja la existencia de realidades que coexisten en un estado de tensión. El reino se afirma en nosotros, pero aún no ha llegado en toda su plenitud. Somos santos, pero aún nos afectan las manifestaciones del pecado. El padre del muchacho poseía fe, pero se daba cuenta de que era una convicción débil e imperfecta. Estaba solicitando a Cristo que fortaleciera aquello que existía en estado precario dentro de su corazón. ¿Cuál fue uno de los factores que motivó a Cristo a actuar? ¿De qué manera intervino?


No hay comentarios: